He decidido llamar pull&push a este blog porque me parece un término procedente del marketing que también se podría aplicar al mundo de los blogs. Realizaré mi "pull" particular para dirigirme a los posibles lectores de este espacio, sin descartar el "push", escribiendo para otros blogs que puedan recomendarme y dirigirme a más lectores.

jueves, 27 de octubre de 2011

La historia del alumno que entregó su examen desnudo, por Álvaro Gurrea

Una vez más, e intentando no perder las costumbre, Pull&Push trae curiosidades frescas, no, lo siguiente. Probablemente todo el mundo haya escuchado algún rumor parecido sobre este tipo de historias, pero cuando me disponía a encontrar información del libro "Los anuncios por dentro" de Alvaro Gurrea (ex docente de la UPV/EHU), topé con esto en el blog de otro de nuestros profesores (Sergio Monge) que no he podido evitar compartir con todos vosotros.

Resulta que allá por el año 1986, en uno de los exámenes de este profesor (Álvaro Gurrea), un alumno tuvo la gran genialidad y el valor suficiente de entregar el examen a Álvaro como dios le trajo al mundo, es decir, en pelotas. Así es como lo contaba él (el profesor)...

“Lo que ocurrió en mi universidad, y que mil veces he contado sin que me lo crean, también fue muy impresionante.

Unos alumnos míos de Sestao, unos tipos muy modernos y simpáticos, decidieron montarme un gran número al acabar el examen y, aprovechando que era en una planta baja con grandes cristales a la calle, grabarlo todo en vídeo. Pero resultó que había tanta gente para examinarse que la mitad se quedó abajo, vigilados por una compañera mía, y yo me subí a un aula del segundo piso con la otra mitad. Estando ahí arriba leyendo el periódico sentado en la última fila a la espera de que esos pesados fueran entregando sus opiniones, oigo una voz de una chico que me dice:

-Me ha dicho la profesora que entregue el examen aquí.

Levanté la cabeza por encima del periódico y de momento vi el cuerpo, desnudo de cintura para arriba, de un alumno al que conocía perfectamente por su bigote, que era enorme. En un primer momento no me alarmó su desnudez, venía de haber visto esa noche por la tele un partido de fútbol donde el público se había quitado toda la ropa posible. Pero éste había llegado más lejos, estaba completamente en cueros. Así que me quedé cortadísimo, tanto o más que él. Ninguno de los dos sabíamos qué hacer y lo mío era más grave porque al fin y al cabo yo era el jefe de aquello y se supone que algo tendría que decir. Pero no se me ocurría nada. Invito a que se considere muy seriamente si era una dura prueba o no para un profesor que un alumno se le pusiera en pelotas en medio de la clase. ¿Qué podía hacer en un caso así una persona en el fondo tímida como era yo?

Tuve mucha suerte de que una alumna, haciendo alarde de una gran sangre fría, dijera:

-Oye, tú, ¿por qué no nos haces un pase y así te vemos todas tus cosas tan tranquilamente?

Dicho y hecho, el nudista se fue andando despacito por medio del pasillo con su examen en la mano y lo dejó sobre la mesa. Hubo aplausos y después de eso se retiró.

Habían planeado, como digo, que se desnudarían dos y que un tercero estaría fuera para inmortalizar la escena con el vídeo. Pues no, al pobre chico lo dejaron más plantado que al tilo del Arenal. Al final, decidió lanzarse al agua en solitario, se desnudó lentamente ante la mirada incrédula de la profesora y se fue donde ella, sentada a la mesa y paralizada como si le hubieran disparado una flecha untada en curare. Era el primero en entregar el examen, así que le preguntó:

-¿Dónde pongo esto?

Mi compañera no sabía qué decirle.

-Súbeselo a Gurrea –y así se lo quitaba del medio.

Por eso es por lo que apareció en nuestra aula, aunque para ello hubo de recorrer desnudo el hall de la facultad y dos pisos de escaleras en medio de un cachondeo mayúsculo.

Me dijo más tarde esa compañera que cuando vino por la mañana a clase tenía casi treinta y ocho de fiebre, debido a un enfriamiento. Cuando volvió a mediodía, sólo treinta y seis cinco gracias a la tensión que ese maravilloso espectáculo nos creó a todos, y muy especialmente a ella que tuvo que encajar el primer golpe.”

Según hemos podido saber, esta no fue la única genialidad por parte de los alumnos que le tocó vivir a Álvaro durante su época de docencia, ya que también se comenta que otros dos alumnos entraron a la clase por la ventana vestidos de bombero. Al parecer porque el propio profesor les había dicho que tenían ideas de bombero retirado.

Otro de los rumores que se ha extendido, es que la profesora que tan cortada se quedó ante la actuación del alumno fue Elena Olabarri, otra profesora de nuestra facultad que el año pasado nos dio las clases de seminario de "persuasión". Lo que se sabe seguro es que al menos se llamaba Elena.

Y finalmente no me gustaría despedirme sin deciros a todos, que el alumno aprobó el examen con un notable, cosa que es de admirar. Y si queréis leer otra historia similar, os recomiendo que entréis en este blog que se llama "comoseveatravesdeunasrastas".

Un saludo y espero que hayáis podido disfrutar de la lectura tanto como yo. Todo un personaje este alumno...

1 comentario:

tg dijo...

no vas actualizando esto, no?

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